Interesantísima la entrevista que publica hoy El País (enlace de pago) con John Kay, especialista en economía aplicada de la London School of Economics. Corto y pego algunos párrafos. El enlace en el texto es mío.
“La economía real y la financiera están totalmente separadas. (...) Los mercados financieros son más bien como un casino, un juego profesional, no un mecanismo para la asignación eficiente del capital. Tenemos que explicar que las bolsas no son instituciones económicas tan importantes.”
(...)
Pregunta: ¿Cómo valora las propuestas para mejorar el gobierno de las empresas después de los escándalos financieros?
“No van dirigidas al origen real del problema. El origen real del problema si tuviéramos que identificar una sola causa es la simplificación excesiva que se ha hecho de cómo funcionan los mercados. La avaricia es la motivación dominante en todo esto. Las instituciones deben girar en torno a esa suposición: la avaricia predomina en todo. Cuando dices que la avaricia está bien empiezas a atraer a especuladores, sinvergüenzas, pillos.”
Al hilo, una pregunta con trampa. Si la bolsa es un casino que no cumple con su función original y que además provoca enormes desajustes económicos y sociales ¿cuál es la diferencia entre comprar acciones de Jazztel o cualquier otro valor del “chicharribex” y apostar a que Elvis sigue vivo?
Mi respuesta: que a nadie se le ocurre hablar de ludopatía popular.
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