Como Madrid es una ciudad tan segura, donde una vez hubo un robo y era un ladrón de fuera, su alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, ha decidido que la policía municipal puede prescindir durante las Navidades de los servicios de 70 agentes, que se dedicarán en exclusiva a perseguir el terrible crimen contra la humanidad que supone la venta de discos piratas en la zona centro.
No seré yo el que defienda la piratería industrial, pero la decisión del alcalde es una tomadura de pelo a los madrileños. Y no sólo por darle más importancia a un problema menor frente a la creciente inseguridad ciudadana. El delito contra la propiedad intelectual, con el actual Código Penal en la mano, sólo se puede perseguir a instancia de parte. La policía no puede actuar por propia iniciativa.
Por las mismas, Gallardón podría distribuir policías por la zona de Ázca o por la Bolsa de Madrid, a ver si detienen a algún ladrón de guante blanco, otro delito contra el que sólo se actúa si antes existe una denuncia.
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