dic 17 2009

Prueba caligráfica para los espías

Carmen Valcarce, la jueza que lleva la instrucción judicial del presunto espionaje por parte del Gobierno de Madrid, ha ordenado al fin que José Manuel Pinto y José Palomo Gallego, funcionarios de la Consejería de Interior, se sometan a una prueba pericial caligráfica para determinar si son suyas las anotaciones manuscritas que aparecen en los partes de seguimiento a altos cargos del PP madrileño, como el ex consejero de Justicia Alfredo Prada o el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo.

Estas pruebas caligráficas son fundamentales para el desarrollo de este caso, pues si se confirma que la letra es de Pinto o de Palomo, la autoría del espionaje quedaría clara. También probaría de forma incontestable la relación directa entre el espionaje a los rivales políticos de Esperanza Aguirre y la Consejería de Interior, que gestiona el número tres del Gobierno autonómico, Francisco Granados.

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jul 27 2009

El caso de los espías resucita

Pese al afán enterrador del Gobierno de Aguirre, el caso del espionaje de Madrid se resiste a morir. La Justicia es lenta, pero sus pasos son sólidos. Ya ha subido cuatro escaloncitos, que diría Camps. Pasito a pasito, el Gobierno de Madrid cada vez tiene más cosas que explicar.

El primer paso lo dio la Fiscalía, que vio indicios de delito y permitió la investigación. El segundo lo impulsó la juez de instrucción Carmen Valcarce, que abrió diligencias ante un posible delito de malversación de fondos públicos. El tercero llegó en mayo, cuando la juez solicitó a Telefónica que proporcionase “el posicionamiento” de los móviles que usaron los supuestos espías para ver si, en efecto, estaban en el mismo sitio y a la misma hora que los espiados. El cuarto paso, tras ver los informes de Telefónica, lo ha dado otra vez Valcarce, que ha decidido imputar a tres asesores de la Consejería de Interior por malversación de fondos públicos. Los tres imputados son tres ex guardias civiles nombrados a dedo por Francisco Granados, el consejero de Interior. Casualmente, los tres trabajaban en el cuartel de Valdemoro cuando Granados era el alcalde de la localidad.

Pero los pasos más preocupantes están aún por llegar. Tras estos tres imputados, es probable que la juez llame a declarar a los otros cinco supuestos espías. El sexto paso será una prueba caligráfica para comprobar si de la mano de estos señores, como parece, salieron los partes del espionaje. Pero con los pasos de baile que ya llevamos, debería sobrar para que alguien dimitiese. Si Granados no se va ya, y luego hay una condena, la responsable será aquella que puso la mano en el fuego. Y no quiero señalar.


abr 29 2009

Oscar al mejor actor protagonista

Esperanza Aguirre premia a Ignacio González, el protagonista de Espías en Madrid (la película), con nuevas competencias autonómicas.


mar 21 2009

El precio del ninot indultat

Pasó la noche del fuego, la nit de la cremá, y en las cenizas de las Fallas Mariano Rajoy enterró el pasado. El líder del PP hizo la mili en Valencia. Dos veces. A los veinte años, cuando por primera vez sintió en su pecho el tamborileo trepidante de los petardos de una mascletá. Y la segunda el año pasado, cuando del congreso del PP en Valencia salió como el Cid, vencedor después de muerto.

Las Fallas, como casi todas las fiestas, nacieron como una celebración pagana, la del gremio de los carpinteros, que una vez al año limpiaban a fondo sus talleres y quemaban los despojos en grandes hogueras. A uno de ellos, un visionario, se le ocurrió vestir con ropa a una de las piezas y colgarle un cartel irónico. Y así, de la sátira, del deseo de la hoguera, nació la tradición. Más tarde, algún obispo, algún Borja, cuadró el santoral y pasó la noche de las hogueras a la noche del 19, al día de San José, patrón de los carpinteros.

El ninot indultat es un invento moderno: de 1934. Desde esa fecha, cada año hay un muñeco que se salva de la quema, que sobrevive a la nit de la cremá para pasar a la historia. Es uno, sólo uno, y se libra del fuego por votación popular. El ganador oficial de este año se llama “queridas mascotas” y es una niña vestida de fallera que juega con un perro, su mascota. El ganador extraoficial va vestido de Milano, con ceñidor italiano, y es un presidente autonómico imputado por aceptar sobornos. No ha sido la votación popular sino su mascota, Mariano Rajoy, quien le ha salvado de la quema, aunque su indulto dista mucho de durar para toda la historia.

De todos los argumentos que ha usado la derecha política y mediática para defender a Francisco Camps desde que Garzón enseñó algunas de sus cartas, desde que el famoso sastre explicó su historia, el más tramposo es el del precio. Un presidente autonómico no se vendería por algo tan barato, por sólo 12.783 euros en trajes y chalecos de fantasía, repiten sus defensores. Camps no es tan tonto como para dejarse comprar por tres trapos cuando además los trajes le podrían salir gratis igual como gastos de protocolo, dicen ahora los mismos que en su día criminalizaron a Pilar Miró. ¿A quién vas a creer? ¿A un sastre que ni siquiera es sastre o a todo un presidente autonómico, con su camisita y su canesú?, repiten desesperados.

Busquemos guía y luz en el marxismo, en los hermanos Marx. Preguntaba Groucho en uno de sus diálogos más celebrados: “Señorita, ¿se acostaría usted conmigo por un millón de dólares?. “Por supuesto”, respondía ella. “¿Y por un dolar”, repreguntaba Groucho. “Qué se cree usted que soy”, contestaba la dama, ofendida. “Eso ya ha quedado claro con la primera pregunta, ahora estamos negociando el precio”.

“Putos no faltan, lo que faltan son financistas”, decía Ricardo Darín en la genial Nueve Reinas. “No hay santos, lo que hay son tarifas diferentes”, recalcaba en la misma escena Darín haciendo una versión argentina de un dicho universal: todo el mundo tiene un precio. ¿Lo tiene Camps?

De demostrarse las gravísimas acusaciones que se le imputan, que su precio fuese popular, a la medida de todos los corruptos –tarifa Dacia Logan, no Jaguar V8– sería un agravante, no un eximente político: todo el mundo tiene un precio y el de Camps es de sólo 12.783 euros. Todo el mundo tiene un precio y el del presidente de la Generalitat valenciana sería tan barato que a saber qué no haría si la propuesta indecente fuese mayor. Todo el mundo tiene un precio y los había en Valencia que pasaban factura al Ministerio de Trabajo hasta de los chicles Trident. De las facturas de los trajes de Camps, sin embargo, nada se sabe.

El president de la Generalitat, que lleva semanas esquivando las preguntas de los periodistas, no sólo no aclara nada, no explica si pagó o no pagó esos trajes, sino que obliga con ello a la pobre Soraya Sáenz de Santamaría a elucubrar magistrales teorías económicas sobre la vida y la moneda. “Hay cosas que se pagan en metálico, cosas que se pagan con tarjeta, con transferencia… ¡es la vida misma!”, dice la mala Soraya, que no concreta a cuál de los tres subconjuntos de la vida misma pertenecen los 12.783 euros de Camps. Como dice otro presidente autonómico, Miguel Ángel Revilla, “si se probase que esos trajes se los han regalado sería terrible: quién coge poco, coge mucho”.

Mientras la Justicia aclara si Camps tiene una tarifa alta, baja o inexistente, el precio político que ha pagado Rajoy con su indulto resulta evidente. Por parecidas imputaciones, el PP ha suspendido de militancia o ha obligado a dimitir a la mayoría de los acusados por Garzón. A todos menos a dos: a Camps y a su número dos, el hermano de Kennedy, Ricardo Costa. Rajoy cubre así, con lealtad a la medida, las deudas de su segunda mili: el crucial apoyo de Camps cuando la lideresa amagó con asaltar el congreso de Valencia.

El indulto a Camps no le sale barato a Rajoy: no sólo liga su imagen política a la de un maniquí que puede acabar condenado por su buena percha, sino que también le ha obligado a ser igual de magnánimo con otros a los que no deseaba perdonar. De la misma nit de la cremá han salido indultados otros ninots de cara menos amable para el PP de Génova: los muñecos de la corte de Aguirre. Rajoy ha aprovechado el puente madrileño de San José –con festivalidad y alevosía– para dar carpetazo a la investigación interna sobre el espionaje en la villa y corte.

En Génova, más que por los anacletos, se muestran preocupados por las sombras de corrupción que manchan el gobierno de Aguirre: de la mansión de Granados al profesor de pádel de Ignacio González. En Madrid, donde la policía judicial no descansa, inquieta que la Operación Gürtel crezca aún más y el incendio suba a las plantas donde se pisa moqueta. Es lo malo del fuego: una vez encendida, la hoguera es muy difícil de frenar.


mar 16 2009

La parte espiante de la primera parte

“El Gobierno de la Comunidad de Madrid ni ha ordenado, ni ha amparado, ni ha conocido ningún tipo de seguimiento o espionaje a cargos públicos o a cualquier otra persona” (…) “Ha quedado acreditado que los supuestos partes de seguimiento, origen de los trabajos de esta Comisión, ni son documentos de la Consejería ni tan siquiera se corresponde en muchos casos con las agenda oficiales que están a disposición de cualquier ciudadano en Internet” (…) “los supuestos partes carecen del rigor exigible para merecer la mínima consideración por parte de profesionales de la seguridad con décadas de experiencia que así lo han atestiguado” (…) “Pretender edificar sobre unas anotaciones sin firma ni membrete y con un contenido inane una acusación tan grave como la que se ha realizado constituye una irresponsabilidad, agravada por la inexactitud de su contenido, que impide dar verosimilitud a su conjunto”

Dispérsense, aquí no hay nada más que ver.


mar 14 2009

Rajoy siempre pestañea primero

Jueves, 12 de marzo. La Asamblea de Madrid celebra un pleno inusual. Poco después de empezar, todos los diputados regionales del PSOE y de IU se levantan de sus escaños y abandonan el hemiciclo. Es otro gesto de protesta ante el carpetazo a la comisión de investigación del espionaje en Madrid. Sólo quedan en las bancadas de la izquierda las portavoces de ambos grupos, mudas de rabia ante el nuevo atropello: Maru Menéndez e Inés Sabanés. Frente a ellas, entre risas, el grupo popular. ¿Todos? No. Hay una ausencia notable, no es un cualquiera. El escaño vacío pertenece nada menos que al que fuera vicepresidente segundo del Gobierno de Aguirre. Se trata de uno de los espiados, Alfredo Prada. El día antes, en la última sesión de la comisión de investigación, su sucesor al frente de la Consejería de Justicia, Francisco Granados, lo ha tachado de mentiroso. No es que secundase la protesta, aunque pocas veces Prada ha estado tan de acuerdo con la izquierda madrileña como en su valoración política sobre el apresurado cierre a la comisión. Pero el ex vicepresidente no estaba allí por otra razón: a esa misma hora, tenía una cita mucho más importante en Génova 13.

Prada llegó tres horas más tarde al pleno, pero llegó. Se sentó en su escaño a las siete de la tarde, después de una larga reunión con Mariano Rajoy a cuenta, precisamente, del carpetazo al caso de espionaje. Aguirre se había comprometido con Rajoy a abrir una comisión en la Asamblea de Madrid a cambio de que el PP nacional parase la investigación interna que había iniciado el partido. Pero esa comisión, en la que nadie había puesto tampoco muchas esperanzas, ha resultado ser aún peor de lo poco previsto: un paripé, una burla, una comedia tan mala que Esperanza Aguirre la aguantó sólo tres días en cartel, y al cuarto la clausuró. El PP de Madrid no sólo bloqueó la mayoría de las peticiones de documentación de la oposición, sino que también impidió que declarasen ante ella los principales afectados: los espiados. Ni Alfredo Prada ni el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, ni la diputada regional del PP Carmen Rodríguez Flores han podido testificar. Ni siquiera Ignacio González, el único espiado que el PP de Madrid reconoce como tal, declaró en ella.

La conversación entre Alfredo Prada y Mariano Rajoy, a solas en el despacho del presidente del PP, fue larga. Tenían cosas de que hablar. Rajoy le transmitió su apoyo y respaldo ante lo ocurrido, ante la persecución que está sufriendo por parte de sus supuestos compañeros de partido en Madrid. Prada se ha reafirmado en público sobre la veracidad de los partes del espionaje que le atañen, tendrá que enfrentarse el miércoles 18 a una decisión difícil en el pleno de la Asamblea de Madrid: qué votar sobre las conclusiones de la comisión de investigación, un aparente trámite cuyo marcador final admite apuestas; podría haber sorpresas.

Prada el jueves tendrá tres opciones. Votar sí, lo que supondría admitir unas conclusiones que le calificarán implícitamente como mentiroso, pues el PP pretende negar que ese espionaje haya siquiera existido. Votar no, lo que implicaría saltarse la disciplina de voto y abrir una nueva batalla interna. O no acudir al pleno ese día con cualquier excusa. La misma difícil decisión atenaza también a Carmen Rodríguez Flores, la otra espiada que se sienta en la bancada popular en la Asamblea. Rodríguez Flores protagonizó el 12 de febrero una tensa reunión interna del grupo popular en la Asamblea, en la que exigió a Aguirre que le ayudase a descubrir quién le había espiado. Ahora se siente decepcionada y, según parlamentarios cercanos a ella, parece estar dispuesta a votar no. Pronto se verá.

Lo que todos en el PP dan por seguro, tanto en Génova como en la Comunidad de Madrid, es que Mariano Rajoy no reabrirá esa investigación interna, que seguirá suspendida en el limbo de los justos. Su raquítico apoyo mediático no le deja mucho más margen, pues los medios que marcan la opinión entre sus votantes están cada vez más entregados a la lideresa. Sólo si Gallardón insiste mucho, la comisión interna tendría alguna posibilidad de revivir, y ni aún así. Los marianistas justifican la probable decisión de Rajoy argumentando que ahora no es el momento para otra guerra interna, que hay que mirar al futuro, a las europeas. Y la paz en el mundo.

Rajoy también tiene otra excusa: que el caso está aún en manos de la Justicia, pues existe una denuncia de Alfredo Prada y otra de Manuel Cobo en los tribunales, que está investigando el fiscal de Madrid, Manuel Moix. Alguno de los espiados no descarta incluso elevar el tono de su respuesta judicial y pasar de la denuncia a la querella criminal.

Más allá de las europeas, de la coartada judicial y de su natural pacífico, Mariano Rajoy tiene otro buen argumento para esconder el sucio asunto de los espías bajo la alfombra: la investigación de Garzón sobre la Operación Gürtel. En Génova, y más aún en Valencia, preocupa mucho esa segunda declaración del sastre de Francisco Camps, que habló este viernes de nuevo con Garzón. El sastre de Milano, de nombre José Tomás (nada que ver con el torero) se juega el ser o no ser imputado, y en el PP temen que su condición final cuando llegue el juicio sea sólo la de testigo, lo cual implicaría que está colaborando con el juez. El sastre es la clave en la trama de Valencia, pues es él quien puede demostrar que las facturas de los trajes a Camps y otros en su corte corresponden de verdad a sobornos de Correa y sus chicos o si, como cuentan desde el PP valenciano, los trajes en cuestión nunca han existido y las facturas eran falsas, un truco de Correa para defraudar a Hacienda.

En el PP también circula otro rumor sobre el sastre: que podría haber hablado con un medio de comunicación, lo que inquieta casi tanto como su nueva declaración ante Garzón.

Con sastre o sin él, lo que está claro es que Esperanza Aguirre le tiene tomada la medida a Rajoy. En el enésimo duelo al sol, es de nuevo el gallego el que pestañea primero. Si sus enfrentamientos se tuviesen que resolver como en la carrera hacia la muerte de Rebelde sin causa, ésa en las que ambos conductores circulan a toda velocidad en dirección a un acantilado hasta que uno de los dos –el que pierde– echa el freno, el presidente del PP ni siquiera se atrevería a subirse al coche frente a la lideresa kamikaze. Aguirre es capaz de despeñarse con tal de no dar su brazo a torcer. O al menos eso cree Rajoy.

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Actualización, 15-3-09, 8:05: El temor del PP estaba fundado, el sastre de Camps ha hablado


mar 14 2009

¡Disuélvanse!

Jesús Maraña

(…) Aquí se está jugando algo más que una reyerta entre miembros del mismo partido político. Las fuentes más imparciales y fiables confirman lo que el sentido común ya dejaba intuir: los seguimientos y dossiers detectados en el PP tienen una relación más directa que indirecta con la trama de corrupción destapada por el juez Garzón. Lo cual no quiere decir que el dúo “trigo limpio” formado por Francisco Correa y Alvaro Pérez esté implicado también en el espionaje. La relación entre ambos escándalos radica en lo que mueve los peores instintos del ser humano: la pasta. Los dossiers que han circulado como conclusiones de ciertos seguimientos profesionales (y no de esas persecuciones chapuceras a las que se agarran Aguirre y su consejero Granados) no se centran en líos de faldas ni en asuntos de sexo, por mucho que eso preocupe a algunos personajes que no se pierden una manifestación del Foro de la Familia. La esencia de esas investigaciones apunta a una guerra interna por el manejo de las adjudicaciones de dinero público. Alguien en la dirección del PP madrileño sufrió un ataque de ética política o bien estaba ya muy harto de que siempre fueran los mismos los que decidían los contratos millonarios.

Más en Buzón de voz


mar 13 2009

La comisión de Mata Hari

Juan Carlos Escudier

Tras investigarse concienzudamente a sí misma y a su entorno por espacio de unos minutos, Esperanza Aguirre ha confirmado que nadie de los suyos espió a los otros, que también eran de los suyos pero recelaban de sus calcetines. No tenía sentido, por tanto, mantener abierta la comisión en la Asamblea de Madrid ni un segundo más. Sus conclusiones determinarán que los culpables son, por este orden, la prensa canalla, los espiados, que mienten más que hablan y, además, afanan portátiles al descuido, y el conde de Romanones, que inspiró a Leguina la creación de un servicio de información que heredó Gallardón y que éste, sin avisar, dejó en activo para que Aguirre pudiera espiar a sus rivales políticos, algo que tras arduas indagaciones se ha demostrado falso.

Más en Merienda de medios


mar 11 2009

Espía como puedas, la película

Visto en las noticias de los lectores


mar 11 2009

Te espío para demostrar que no te espié

El Mundo, entre agujero negro y agujero negro, continúa embarcado en su misión de contraespionaje. Está tratando a Nixon casi tan bien como al terrorista Zougam. En el capítulo de hoy, asegura que Alfredo Prada estaba volando camino a Tailandia mientras los anacletos le situaban en un restaurante (lo que demuestra, a lo sumo, algo ya sabido: que los espías eran de natural torpe). Pero lo mejor está en la prueba. Copio y pego un párrafo de la información de El Mundo:

Este periódico dispone también de un listado oficial de las llamadas realizadas y recibidas en el teléfono móvil de Prada aquellos días y éstas confirman su estancia en el país. Su celular recibió un mensaje en itinerancia (en el extranjero) a las 9.30 (15.30 en Bangkok). Y a las 10.31 del domingo 16 de marzo, Prada recibió su primera llamada desde España. El operador que la recibe es de Tailandia, como figura en el listado telefónico.

Es decir: una vez espiada la lista de llamadas del consejero, que sólo puede haber filtrado la Comunidad de Madrid, queda demostrado que aquí no se espía. Y el que piense lo contrario es un miserable.


mar 10 2009

Un nuevo examen al liderazgo de Rajoy

Para liderar el PP no basta con ganar las gallegas por un escaño. También hay que creérselo, y actuar como si se fuese libre. Y una de dos: o Mariano Rajoy aún no se lo cree, o sigue sin ser libre. El presidente del PP deshoja la margarita, pero todo apunta a que no se atreverá a reabrir la investigación interna sobre el espionaje del que han sido víctimas –no lo olvidemos– varios dirigentes de su propio partido. De nuevo parece que Rajoy optará por la decisión más cómoda, evitar el enfrentamiento directo, y se arrugará ante el empuje de una Esperanza Aguirre que le tiene tomada la medida, que le gana todos los órdagos.

Aguirre ganó en el pulso de las listas, cuando logró sacar del Congreso de los Diputados a su archienemigo Gallardón. Ganó en su envite por el liderazgo, con su “no me resigno” del que salió después sin un rasguño, a pesar de los innumerables feos al presidente del PP. Y parece que ahora ganará otra vez, que será Rajoy de nuevo el que tuerza el brazo.

En Génova no se creen la cortina de humo hábilmente desplegada por El Mundo, al servicio de la lideresa Nixon. Y son los primeros que critican en privado el paripé de esta falsa comisión de investigación, donde ni siquiera los espiados han sido llamados a declarar. Pero los trajes a medida de Camps y los capítulos por llegar de la Operación Gürtel tienen a Rajoy de nuevo a la defensiva. Como en el fútbol: el que sale a empatar, acaba perdiendo.


mar 10 2009

Y ahora, ¿qué hará Rajoy

Acabo de mandar un SMS a tres dirigentes del Partido Popular. Les he preguntado qué pensaban que haría ahora Rajoy tras el carpetazo a la Comisión de Investigación de Madrid, si reabriría su investigación interna o lo dejaría correr. No es una muestra muy grande pero sí muy siginificativa, y los tres encuestados han respondido lo mismo: creen que el PP no removerá más la trama de los espías. Esperanza Aguirre nunca pierde.


mar 10 2009

Carpetazo a la comisión

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Aguirre aprovecha la cortina de humo de El Mundo para cerrar la comisión de investigación sobre los espías de Madrid


mar 09 2009

Pedro J. y el antiperiodismo

El mayor admirador del caso Watergate sigue empeñado en salvar a Nixon. Ayer El Mundo abría su portada con un titular tan espectacular como manipulador: Los partes del espionaje de Madrid son falsos o erróneos. La información se basaba en una fecha, el 13 de abril de 2008, en la que el ex consejero Alfredo Prada estaba en León mientras que Francisco Mercado en El País le colocaba, según los partes, en Chinchón. ¿La razón? Una errata. Según explica hoy El País, que enseña el parte en cuestión, Mercado se equivocó en la fecha y puso abril donde era mayo.

Los conspiranoicos dirán ahora: “una falsificación más”. Pues no, a no ser que en Miguel Yuste tengan también una máquina del tiempo para manipular los partes con efectos retroactivos. El parte de Chinchón, del que enseña copia El País, está depositado desde hace semanas en la Fiscalía de Madrid, con el resto de las pruebas del espionaje. El Gobierno de Madrid puede acceder a ellos cuando quiera, pero no lo ha hecho, pues no ha querido incorporarlos como prueba documental a ese paripé llamado comisión de investigación que se representa estos días en la Asamblea de Madrid.


mar 08 2009

El misterio del área 124

El mayor pelotazo de Paco Correa no fue en Pozuelo ni en Boadilla ni en Valencia ni en la sastrería Milano. Uno no se hace millonario instalando la iluminación de un escenario o con los stands de turismo de Valencia. El gran negocio de Correa, de todos los que hasta ahora ha desvelado Garzón, fue en Arganda del Rey, tiene el ladrillo por bandera y un número por clave secreta: el 124. Y dicen en el PP que Esperanza Aguirre lo sabía.

Hace más de cuatro años, en noviembre de 2004, Esperanza Aguirre fue convocada a una reunión en la planta noble de Génova 13 por varios dirigentes del PP, entre ellos el propio Mariano Rajoy. Había llegado hasta el partido una protesta de varios constructores por la fórmula elegida por el alcalde de Arganda para desarrollar la Unidad de Ejecución 124: la mayor parcela del plan urbanístico. Más de 100.000 metros cuadrados, con permiso para edificar 2.676 viviendas, que el alcalde, Gines López, adjudicó a finales de 2004 a la constructora Martinsa por 77 millones de euros. El precio y las condiciones pactadas fueron tan ventajosos que, un par de años después, Martinsa recuperó 73 de los 77 millones pagados vendiendo la tercera parte del botín a otra constructora; una ganga.

Las plusvalías fueron tan generosas como las comisiones. Según el auto de Garzón, el alcalde, Ginés López, se llevó algo más de medio millón de euros y otro tanto fue para el entonces presidente de la empresa pública de gestión del suelo de Arganda, Benjamín Martín Vasco, ahora diputado del PP en la Asamblea de Madrid. ¿La parte de Correa? Aún no se sabe, pero no tuvo que ser pequeña, pues tanto Martín Vasco como López, alias el gafitas, no dejaban de ser sus empleados en este negociado.

Correa, además de una probable comisión en dinero negro, también presentó factura como asesor técnico, lo cual no deja de ser meritorio para un vendedor de viajes sin experiencia en el ramo urbanístico. Según las grabaciones de la investigación, el pelotazo 124 fue de tal calibre que a Martín Vasco le dio después para pedir otros dos millones y medio de euros más a cuenta de la extorsión y su silencio, por no incriminar al resto de la banda.

Visto el sumario de Garzón, aquella preocupación de Génova en noviembre de 2004 sobre Arganda no era un temor infundado. Pero no todos los nombres que se discutieron en esa reunión han salido ya a la luz: entre las sospechas que manejaba entonces el PP nacional sobre la operación 124 se señalaba a Martín Vasco y a Ginés López, pero también a Ignacio González, vicepresidente del Gobierno de Madrid. Según decía Ginés López al PP nacional, era González y no otro, quien le había dado instrucciones sobre cómo adjudicar esa parcela. La reunión con Aguirre sirvió de poco. Esperanza se hizo la ofendida, puso la mano en el fuego por todos ellos, negó la mayor y salió de Génova con la cabeza bien alta. Y unos días más tarde, el 3 de diciembre de 2004, la adjudicación a Martinsa de la parcela 124 se realizó tal y como estaba previsto, sin que las gestiones de la dirección nacional del PP pudiesen hacer nada para evitarlo.

“Cómo va a ser corrupto Martín Vasco, si yo he sido testigo de su boda”, decía tiempo después Esperanza Aguirre, cuando de nuevo desde Génova le recriminaban el evidente pelotazo, ya obvio cuando Martinsa vendió una tercera parte del suelo casi por el mismo precio por el que se había quedado todo el paquete. En efecto, la relación de la presidenta de Madrid con el ahora acusado por Garzón era tan estrecha que la lideresa lo usó como excusa para dejar plantado en una ocasión a Gallardón. Esperanza no acompañó al alcalde de Madrid a un concierto con motivo del aniversario de la matanza del 11-M para acudir a la boda de Martín Vasco; un convite, por cierto, que también pagó Correa, como el viaje de novios de la feliz pareja.

Pero la relación entre la Comunidad de Madrid y la parcela 124 no acaba aquí. Según fuentes del PP, existe al menos una posible conexión entre el caso de los espías de la Comunidad de Madrid y la operación Gürtel que investiga Garzón. Ignacio González viajó hasta Colombia en compañía de dos personajes relacionados con el enigma del área 124 en aquella excursión que apareció tiempo después reflejada en un dossier que incluía fotos con cámara oculta, aquel famoso viaje de las bolsas blancas con contenido no identificado que se perdían por oficinas de Cartagena de Indias. El primero de los ilustres acompañantes de González es José Manuel Serra Peris, ex secretario de Estado de Industria en los años de Josep Piqué, abogado del Estado y consejero de Martinsa, la empresa que se llevó cruda la parcela. El segundo es otro abogado que, según fuentes del PP, también participó en la rentable área 124. Se llama Javier Soler, es experto en urbanismo y consejero de Canal Extensia, la empresa pública que gestiona las misteriosas inversiones latinoamericanas del Canal de Isabel II, que preside Ignacio González.

Soler, junto con su amigo Edmundo Rodríguez –otro de los abogados que viajaron a Colombia en la misma expedición y que preside Canal Extensia–, es una de las personas más cercanas a González en su gestión del Canal y otros negocios particulares. Cada consejo de administración de Canal Extensia sale a cuenta para Soler y Rodríguez: cobran por cada uno 12.000 euros en dietas. A Soler le ha ido bien en estos últimos años. Tiene un bonito chalet en el centro de Madrid, en la misma calle donde la mujer de Ignacio González explota su rentable negocio de compraventa de piezas de arte, capaz de entrar en beneficios en su primer año: Subastas Segre. Y también es habitual de los veranos en Marbella, en la misma lujosa urbanización donde pasa sus vacaciones el vicepresidente de Madrid y su familia en compañía, en ocasiones, de María Dolores de Cospedal.

“Y mientras Paco Granados se construye una mansión del tamaño de un centro de salud, el pobre Paco Camps está pillado por una chaqueta fantasía”, se lamenta un dirigente nacional del Partido Popular. Entre los críticos del PP, hay quien pone en cuestión la estrategia seguida por Mariano Rajoy frente a la operación Gürtel. “No hemos sabido reaccionar bien, la semana pasada salimos a por el juez Garzón y ésta a por los nuestros; no es coherente”, dice uno de ellos. También preocupa en el partido el doble rasero frente a la corrupción: que Víctor Campos haya sido dado de baja como militante por un regalo de 4.850 euros y que en su misma provincia, Castellón, Carlos Fabra siga siendo un ciudadano ejemplar a pesar de sus muchas imputaciones. Mariano Rajoy, dos palmos más alto desde la victoria gallega, ha dejado la ira de Dios en manos de María Dolores de Cospedal, que es quien se ocupó personalmente el viernes de pedir la dimisión a los acusados por la Audiencia Nacional.

El pastel de Garzón ha sido agridulce en el PP: por un lado se alegran de que el tesorero Luis Bárcenas no aparezca finalmente imputado, por el otro les preocupan los trajes a medida de la trama de Valencia y la corrupción cada vez más rampante que asoma por Madrid. En Génova 13, ante el misterio del área 124, tienen una pregunta sin repuesta. Si Esperanza Aguirre lo sabía, ¿por qué razón no hizo nada para evitarlo?

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